Cuanto más lo pienso,
más estoy en contra de los Biocombustibles
Martin
Varsavsky
Los
automóviles son los principales causantes del efecto invernadero o
cambio climático, pero dado que es muy difícil reducir su uso, los
biocombustibles están teniendo un auge sin precedentes como
alternativas viables de combustibles más sustentables que los
derivados del petróleo. Entre estas nuevas opciones se encuentra el
etanol (también conocido como alcohol etílico o de grano); o bio-
etanol, para distinguirlo del alcohol sintético se obtiene de
petróleo crudo, gas o carbón.
El bioetanol
se produce principalmente a partir productos ricos en sacarosa como
la caña de azúcar, la melaza y el sorgo dulce, siguiendo un
procedimiento similar al de la cerveza: los almidones son convertidos
en azúcares, los azúcares se convierten por fermentación en
etanol, el que luego es destilado en su forma final. También puede
producirse a partir de fuentes ricas en almidón como cereales (maíz,
trigo, cebada, etc.) y tubérculos (yuca, camote, papa), aunque con
un proceso más caro y complejo. La producción de bioetanol podría
incluso realizarse a partir de materias primas ricas en celulosa,
como los desechos agrícolas y forestales. Sin embargo, la conversión
de la celulosa en azúcares fermentables es un proceso aún más
complejo y costoso que hace que la obtención de etanol a partir de
desechos no sea rentable por ahora.
Actualmente,
la producción de bioetanol a partir de cultivos ricos en sacarosa y
almidón registra un desarrollo sin precedentes. Y es que el producto
presenta claras ventajas: es limpio y renovable; ayuda a reducir las
emisiones de carbono y permite conservar (y no depender de) las
reservas de combustibles fósiles; es barato cuando es producido de
forma eficiente; es versátil y puede sustituir la gasolina en
automóviles con motores adaptados para más de un tipo de
combustible o se mezcla con gasolina en motores convencionales
(Brasil, por ejemplo, lo emplea como "hidro-alcohol" - 95%
etanol - o como aditivo de la gasolina - 24% de etanol ).
Sin embargo,
el bioetanol tiene un importante y silencioso costo social: la
propagación de los monocultivos en desmedro de la producción para
la alimentación humana. Como bien explica Acción Ecológica:
"Aunque se puedan obtener biocombustibles a partir de algunos
productos nativos para resolver los problemas energéticos a nivel
local, el problema es la escala. Para suplir las necesidades
energéticas globales e impactar de manera efectiva en reducir el
calentamiento global, se necesitarían millones de hectáreas de
tierras agrícolas y la incorporación de otras tantas a costa de
ecosistemas naturales, lo que repercutiría en la soberanía
alimentaria de los pueblos".
Pero quizás
resulta más claro citar el análisis de Lester Brown, Director del
Instituto de Políticas de la Tierra de la Universidad de Columbia, y
fundador del WorldWatch Institute: "para llenar el tanque de un
automóvil de 25 galones con (bio) etanol, se necesita una cantidad
de granos suficientes para alimentar a una persona por un año. Para
llenar ese tanque por dos semanas, se podrían alimentar a 26
personas durante un año".
Lo
complicado que los países europeos, en su afán por cumplir con sus
obligaciones dentro del Protocolo de Kyoto, están empeñados en
cambiar sus sistemas energéticos a base de combustibles fósiles,
por biocombustibles; pero su producción no les da abasto y han visto
en los biocombustibles una posibilidad de seguir manteniendo su
estilo de vida, sin incrementar sus emisiones de gases invernaderos.
Sin embargo, en Europa no existen tierras suficientes para la
producción de la cantidad de biocombustibles que se necesita, por lo
que se han planteado la importación de los mismos.
Y aunque
Estados Unidos tiene suficientes tierras agrícolas, los consumos de
energía son tan altos, que también van a necesitar importar. ¿De
dónde van a venir estos biocombustibles? Pues de regiones como
América Latina, Asia y África - justamente aquellas que tienen más
necesidad de alimentos.
La expansión
del uso del bioetanol implica que en los países más pobres las
tierras de vocación agrícola que al momento son usadas para la
producción de alimentos sean utilizadas para la producción de
cultivos para la producción de combustibles. Como describe Lester
Brown, "nos enfrentamos a una competencia entre los 800 millones
de conductores que quieren proteger su movilidad y las 2.000 millones
de personas más pobres del mundo que quieren sobrevivir".
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